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Ante la llegada de un bebé al hogar, probablemente uno de los accesorios que más conmueve y genera gran ilusión en los padres, sean los zapatos. De hecho, regalar el primer par es casi un ritual para muchas familias, pues es un gesto que simboliza el cuidado y el deseo de ver a ese pequeño dar sus primeros pasos. Sin embargo, ¿sabías que los pediatras y especialistas en desarrollo infantil desaconsejan su uso en bebés que aún no caminan?
Aunque pueda parecer sorprendente, cada vez más expertos insisten en que los pies de los bebés están diseñados para explorar el mundo descalzos. Durante los primeros meses e incluso años de vida, los pies no son simplemente una parte del cuerpo que sostiene el peso, sino una importante herramienta sensorial y motriz que se está desarrollando a gran velocidad. Por lo tanto, cubrirlos con zapatos rígidos o incluso con modelos específicos “para bebés” puede interferir con este proceso natural, afectando la manera en que el niño aprende a moverse, equilibrarse y sentir el entorno.
¿Por qué se desaconseja el uso de zapatos en los bebés que aún no caminan?
Actualmente, ya no se recomienda el uso de zapatos en bebés que aún no caminan o están aprendiendo a hacerlo, debido a su impacto en el desarrollo natural del pie y la estabilidad del menor. Según explicó Erick Olivera, pediatra de la Clínica Ricardo Palma a Hogar y Familia, los pies de los bebés son blandos y están en crecimiento, por lo que el uso de zapatos puede afectar el desarrollo muscular y óseo. En contraste, caminar descalzo fortalece los músculos del pie y el tobillo, mejora el equilibrio y potencia la percepción sensorial.
“Según la Asociación Americana de Pediatría (AAP), los bebés aprenden a caminar mejor con los pies descalzos. El contacto directo con el suelo desempeña un papel clave en su desarrollo motor. Al experimentar distintas texturas y temperaturas, su sistema nervioso se estimula, lo que favorece la sensibilidad y la respuesta a su entorno. Además, esta interacción contribuye al desarrollo del equilibrio y la coordinación, habilidades esenciales para caminar y correr”, señaló Pablo Romero, jefe del programa de neuroortopedia infantil de Clínica Internacional.
Por su parte, la pediatra de Cleveland Clinic, Michele Marshall, destacó que los bebés deben poder mover sus pies libremente antes de aprender a caminar, ya que esto permite que los músculos se fortalezcan progresivamente y que los ligamentos y tendones se desarrollen sin restricciones. Dado que el pie del bebé es una estructura en formación con gran plasticidad, cualquier elemento que limite su movimiento natural podría interferir con su correcto fortalecimiento, aumentando así el riesgo de desequilibrios en la pisada o molestias al caminar en la infancia.
Además, esta recomendación está relacionada con la propiocepción, la capacidad del cuerpo para percibir la posición y el movimiento de sus partes sin necesidad de mirar. Los pies contienen miles de terminaciones nerviosas que, al entrar en contacto con diferentes superficies, envían señales al cerebro y favorecen el desarrollo neurológico y motor. Caminar descalzo, por lo tanto, fortalece la conexión entre el cuerpo y el cerebro, facilitando la adquisición de habilidades esenciales como mantenerse de pie, coordinar movimientos y caminar con estabilidad.
¿Cuáles son las consecuencias del uso prematuro de zapatos en el desarrollo?
De acuerdo con la doctora Marshall, es recomendable que los bebés permanezcan descalzos el mayor tiempo posible antes de caminar, ya que esto permite el fortalecimiento natural de los músculos del pie y contribuye a la correcta formación del arco plantar, el cual no se desarrolla completamente hasta los 5 o 6 años. Básicamente, el uso temprano de calzado, especialmente si es rígido o inadecuado, puede impedir la activación de los músculos internos del pie, aumentando el riesgo de pie plano funcional y, con ello, molestias o falta de estabilidad en la pisada a futuro.
El impacto del calzado prematuro no solo afecta la estructura del pie, sino también el desarrollo de la marcha y el equilibrio. Los zapatos deben proteger sin restringir el movimiento natural, de lo contrario, podría adoptar posturas compensatorias al caminar, generando alteraciones en su patrón de marcha y afectando su postura corporal en general.
“Este desbalance puede derivar en una distribución inadecuada del peso corporal, lo que genera tensiones innecesarias en las articulaciones y, a largo plazo, desencadenar problemas en las rodillas, la cadera e incluso la columna con alteraciones posturales que pueden manifestarse en dolores lumbosacros. Sin embargo, muchas de estas complicaciones no se detectan de inmediato, sino que aparecen en el largo plazo, cuando ya no se asocian directamente con el uso temprano de zapatos”, sostuvo el pediatra de la Clínica Ricardo Palma.
Otro punto crítico es la falta de estimulación sensorial. Como advirtió el neuroortopedia infantil, los zapatos actúan como una barrera que impide que el bebé reciba información del suelo, lo que limita su capacidad de experimentar diferentes texturas, temperaturas y niveles de firmeza. Esto puede afectar el desarrollo sensorial y motor, dificultando la adquisición de equilibrio y control postural. Al respecto, el doctor Álvaro Prialé, director de la Clínica de Simulación de la Universidad Científica del Sur reforzó la idea de que la incomodidad generada por un calzado inadecuado puede llevar al bebé a adoptar ciertas posturas que interfieren con su desarrollo natural.
Asimismo, puede ocasionar deformaciones en los pies. Erick Olivera detalló que un calzado mal ajustado puede generar problemas como juanetes desde la infancia, dedos en garra o sobreposición de los dedos, lo que puede afectar tanto la funcionalidad como la estética del pie a mediano y largo plazo. Además, enfatizó que el uso prolongado de zapatos rígidos puede restringir el crecimiento natural de los huesos y músculos del pie, impidiendo su adecuado fortalecimiento.
¿Cuándo se recomienda el uso de zapatos en bebés?
Según Pablo Romero, se recomienda que los bebés empiecen a usar zapatos una vez que caminan de manera constante, generalmente entre los 10 y 14 meses, aunque este rango puede variar dependiendo del desarrollo de cada niño. Igualmente refirió que, en esta etapa, los zapatos proporcionan protección frente a objetos extraños o punzocortantes.
En esta misma línea, Michele Marshall indicó que los zapatos son necesarios cuando el bebé camina fuera de casa, ya que en exteriores se enfrentan a superficies peligrosas como pavimento, piedras o vidrio. En interiores, se recomienda que los bebés caminen descalzos o con calcetines antideslizantes, ya que esto favorece el desarrollo natural de sus pies.
Por su parte, el pediatra de la Universidad Científica del Sur recalcó que el uso de zapatos en bebés debería ser exclusivo cuando sea necesario, por ejemplo, en situaciones de riesgo o en niños con necesidades específicas, como aquellos con déficit motor severo.
“En cuanto a las características ideales de los zapatos para bebés, se recomienda que sean flexibles, ligeros, con suelas blandas, y con suficiente espacio en la punta para que los dedos puedan moverse libremente. Además, deben tener un ajuste seguro sin apretar, al igual que deben ser transpirables para mantener el pie cómodo y saludable. En definitiva, este tipo de calzado permite que el pie se doble y mueva con facilidad, ofreciendo protección sin interferir con el desarrollo del equilibrio, la sensibilidad o la coordinación motora. Los zapatos de suela blanda representan un balance perfecto entre seguridad y respeto por el proceso natural de caminar”, concluyó el doctor Olivera.