Martín y van cuatro, una crónica de Fernando Vivas sobre Vizcarra, su estrategia política y su prisión preventiva

Con Vizcarra siempre queda una duda. ¿Su pose de ‘yo domino la situación’ es porque intuye lo que va a pasar o porque tiene una coraza impenetrable que nos impide ver su íntima inseguridad? No estoy seguro de su seguridad en sí mismo; pero sí es cierto que intuyó que iría preso y preparó una sonrisa de aplomo antes de ir hacia la carceleta, similar a las que nos han regalado Keiko, Ollanta, Nadine y otras celebridades en desgracia. Hasta dejó un video con esta línea de guionista: “Si estás viendo este video es porque han dictado prisión preventiva contra mi persona…”.

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No es nuestro mayor político del milenio -ese es Alan García- pero tiene la mejor dramaturgia. Por eso tuvo más aceptación que todos.

En esto hay algo paradójico pero clave: Narra bien porque no es expresivo. Me explico. Su neutralidad gestual -no pierde los papeles, no se emociona, no se despeina- le permite, ‘cool’, sostener el cinismo, la mentira y otras formas de negación de la realidad. Otros políticos se delatan con facilidad. Él no.

Su estrategia de defensa es antológica: le hablas de testigos que confiesan coimas, vouchers de la plata que sacaron del banco para darle, su historial de llamadas con el coimero; y él te dice, con desarmante naturalidad, que todas las pruebas son fabricadas por corruptos que lo han delatado para salvarse a sí mismos.

Incluso, sus abogados te esgrimen un peritaje de parte que sostiene que los documentos aportados por los colaboradores eficaces son falsos.

“Su neutralidad gestual -no pierde los papeles, no se emociona, no se despeina- le permite, ‘cool’, sostener el cinismo, la mentira y otras formas de negación de la realidad. Otros políticos se delatan con facilidad. Él no”.

Lo he oído y entrevistado desde la campaña del 2016 cuando contaba su historia del gobernador exitoso de Moquegua que apuntó a la educación; luego, de ingeniero que quería hacer obra en el MTC y no gustaba de la política; más tarde, la del presidente provinciano accidental que chocó con la casta limeña; finalmente, la de la víctima de un complot del Congreso y de Dina.

La impostación en cada relato era perfecta gracias, precisamente, a esa neutralidad expresiva que es también una neutralidad ideológica ¿Me van a decir que Martín Vizcarra es de izquierda, me van a decir que es de derecha? Que se aliara con la izquierda progresista y caviar no es señal de sus inclinaciones políticas, si las tuviera. Esa alianza la heredó de PPK y de su entorno de derecha. Martín no tiene color.

Esa neutralidad, o si prefieren, flexibilidad, le ha permitido convertir insultos en marketing. ‘Lagarto’, chapa que, según la biografía homónima de Carlos Paredes, le pusieron en la juventud; es voceada por sus enemigos, pero él la convirtió en un peluche.

Igual pasó con el escándalo de su presunto affaire con Zully Pinchi, quien le dedicó un ‘fiu fiu’ que se convirtió en viral hispanoamericano. De galán tiene poco o nada. Digamos que la misma neutralidad gestual e ideológica se aplica para su sex appeal; pero el ‘bebito fiu fiu’ lo puso en vitrina electoral como pionono de chocolate.

Una reciente resolución del JNE exhortó a CPI a no volver a colocarlo en los resultados de intención de voto, luego de una encuesta en que encabezó la tabla.

Hasta que debajo de todas las impostaciones, los cuentos y las aparentes neutralidades, se encontró corrupción pura y dura. Lo dice el fiscal Germán Juárez tras investigar los casos de Lomas de Ilo y Hospital Regional de Moquegua, en los que Vizcarra habría recibido coimas que superan los S/2.3 millones.

El juez Jorge Chávez Tamariz consideró la seriedad de esas pruebas, además de consideraciones sobre peligros procesales potenciales, para clavarle 5 meses de prisión preventiva. Juárez había pedido 6. Si quieren especular que en 5 meses, cuando la campaña haya arrancado en serio, estará libre y recargado; tengan en cuenta que el cálculo del juez -lo explicó con claridad- es que en 5 meses la sala que lo juzga tendrá lista la condena.

Fiscal Germán Juárez Atoche, del equipo especial Lava Jato, presentó la acusación contra Martín Vizcarra, pidió 15 años de cárcel y solicitó la prisión preventiva (Composición: El Comercio)

Si el juicio oral demorara más de eso y no le amplían la prisión preventiva, quedaría libre; pero pueden apostar que el anti vizcarrismo se ocupará de evitar ese hueco. Y pueden apostar que su partido Perú Primero y sus seguidores, se ocuparán de que el hueco exista y de victimizarlo.

¿Qué diablos saber pensará Vizcarra de todo esto? La suma de sus neutralidades y flexibilidades, de su cinismo y su asertividad, lo vuelven más inescrutable que cualquier otro. Sin embargo, hay un antecedente que dice más que todos sus banales videos en Tik Tok. En el 2015 no quiso postular al Congreso cuando se apuntó en la plancha de un PPK que, ojo, no era el favorito para el 2016. De hecho, no le interesaba ser congresista ni regresar a su pequeña región cuyo techo había traspasado. Quería ser ministro de obras grandes (con todo lo bueno y malo que ello puede implicar) en el gobierno de PPK o de quien ganara y lo invitara.

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