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Hasta antes del encontronazo entre Donald Trump y Volodymyr Zelensky en el Despacho Oval, parecía que la invasión militar rusa se podría frenar gracias a un acuerdo negociado entre ambos países durante las últimas semanas para la administración de los recursos naturales extraídos del subsuelo ucraniano.
Esta iniciativa surgió del cuarto punto en el Plan de la Victoria presentada por el propio Zelensky ante el Congreso ucraniano en octubre del año pasado. El mencionado artículo ofrece “a sus socios estratégicos un acuerdo especial para la protección conjunta de los recursos críticos del país, así como para la inversión y el uso conjunto de este potencial económico”.
“Esto incluye recursos naturales y metales críticos valorados en miles de millones de dólares, como uranio, titanio, litio, grafito y otros recursos estratégicamente valiosos, que representan una ventaja significativa en la competencia global”, agrega el texto.
Una oferta bastante jugosa tomando en cuenta que Ucrania posee una de las cinco reservas más grandes de grafito en el mundo, el 7% de las reservas de titanio de Europa, un tercio de los depósitos de litio del Viejo Continente y vastos yacimientos de berilio y uranio.
Estos elementos se utilizan en la fabricación de aviones, centrales eléctricas, baterías, armas nucleares y reactores, por solo mencionar algunos.
Según el acuerdo, Estados Unidos y Ucrania crearían un fondo de inversión conjunto, financiado y gestionado por ambas naciones al que Kiev contribuiría con el 50% de los beneficios futuros obtenidos de sus recursos naturales.
Y dicha categoría no solo incluye a los antes mencionados “metales estratégicamente importantes”, como los denomina la Unión Europea por su uso en el campo tecnológico y militar, sino también la extracción de futuros yacimientos de gas, petróleo y metales de tierras raras.
Pero, ¿qué son estos últimos y para qué sirven?
Los metales de tierras raras (REM, por sus siglas en inglés) son un grupo de 17 elementos presentes en la tabla periódica que comparten propiedades químicas y físicas similares, destacando sobre todo sus capacidades de conductividad magnética, luminiscencia y alta resistencia al calor.
El término “raros” en su nombre no hace referencia a la dificultad para encontrarlos, pues están presentes en la corteza terrestre al mismo nivel que el cobre o el plomo, sino por la dificultad en su extracción, lo costoso de su refinamiento y la complejidad química que tienen para su separación individual.
La urgencia de Washington incrementa al considerar que su principal rival político y comercial se encuentra en la cima de esa pirámide.
China no solo administra el 70% de las tierras raras del mundo sino que además controla casi el 90% de la capacidad global de procesamiento y refinación de los REM y representa el 80% de las exportaciones globales de los mismos.
Sin embargo, las esperanzas depositadas en Ucrania para remontar en dicha materia podrían desmoronarse muy fácilmente. Si bien Ucrania concentra alrededor del 5% del total global de metales estratégicos, no existe evidencia que demuestre la presencia de tierras raras económicamente viables en abundancia.
Esto tiene que ver, sobre todo, con que muchos de los datos geológicos disponibles en el país datan de la era soviética y no han sido actualizados.
Esta limitación se ve reflejada, por ejemplo, en investigaciones realizadas por dos de las instituciones especializadas en el tema como el Servicio Geológico de los Estados Unidos y The Oxford Institute for Energy Studies en su informe del 2023 “La dominación de China en las tierras raras y las respuestas políticas”.
El columnista de Bloomberg, Javier Blas, opinaba en una columna publicada el 19 de febrero que Trump estaría incurriendo en un error al considerar que Ucrania era rica en tierras raras y que las estaría confundiendo con otros metales estratégicos como el litio o el grafito, de los cuáles sí posee grandes yacimientos.
En el mismo error estaría incurriendo el senador republicano Lindsey Graham, quien estimó hace unos días que Ucrania tendría entre 2 y 7 billones de dólares en yacimientos de metales raros y minerales de distintos tipos. Este argumento habría llevado a que Estados Unidos exija en un primer momento quedarse con los primeros 500 mil millones de dólares que se obtengan del acuerdo a modo de pago por la ayuda enviada desde el inicio de la guerra.
Sin embargo, hay que matizar el asunto con dos factores claves. El primero es que gran parte de los yacimientos mineros ucranianos se ubican en territorios actualmente ocupados por Rusia, como Lugansk, Donetsk, Dnipropetrovsk o Zaporiyia.
Por otro lado, y como mencionábamos líneas atrás, más allá de algunas vetas de Escandio, no hay evidencia de que Ucrania cuente con grandes cantidades de REM. “Lo que sí tiene son reservas significativas de titanio, grafito y litio, que son recursos fundamentales para la industria de defensa de EE.UU. y para la economía de alta tecnología en general”, explicó a la cadena CNBC Reed Blakemore, director de investigación y programas del Global Energy Center del Atlantic Council, en una publicación el miércoles.
Dentro de Sudamérica, Brasil destaca como el país con mayores reservas de metales de tierras raras; sin embargo, eso no implica que se acerque siquiera a la capacidad que posee China en este campo.
En el caso del Perú, “el conocimiento de tierras raras es a nivel de ocurrencia, no se tiene un yacimiento probado en estos elementos”, explica a El Comercio la ingeniera María del Carmen Manrique, investigadora del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet).
“El potencial prospectivo se encuentra fundamentalmente a lo largo de la Cordillera Oriental, en donde afloran rocas principalmente alcalinas que difieren de gran parte de nuestra cordillera andina, puntualmente se han registrado ocurrencias en el Batolito de San Nicolás (Ica-Arequipa), macizo de Querobamba (Ayacucho, Apurímac), facies de la Cordillera Blanca (Ancash), Amotapes (Piura), entre otros”, detalla la especialista.
La investigadora del Ingemmet explica que al no ser parte del grupo de extracción tradicional en el Perú, los procesos para su explotación tendrían que ser importados de otros países, lo que explica por qué las mayores fuentes de estos elementos se encuentran actualmente en relaves abandonados.
“Estos minerales son muy empleados en tecnologías emergentes y resultan indispensables en el equipamiento de energía renovable. En ese sentido, el neodimio es el elemento de mayor demanda”, asegura.