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Después de disputar un partido de fútbol en el sur de Lima, los jóvenes de iniciales C.M.C. y J.P.R.A. se dirigieron al distrito de Bellavista para disfrutar de unas cremoladas y conversar. Eran aproximadamente las 2:30 p.m. del último martes cuando, sin saberlo, serían víctimas de un brutal ataque.
Sentados bajo unas sombrillas, cerca de la avenida Haya de la Torre, compartían un momento de calma junto a otros clientes del local. De pronto, cuatro sicarios irrumpieron en la escena. Todos vestían gorras, ropa oscura y deportiva. Uno de ellos, vestido con una polera roja, short negro y capucha, pasó cerca de las víctimas, iba acompañado de sus cómplices, como si estuvieran confirmando su identidad. Segundos después, el encapuchado regresó y, sin mediar palabra, abrió fuego. Más de diez disparos acabaron con la vida de ambos en cuestión de instantes.
El ataque fue rápido y certero. Los sicarios huyeron dejando en total desesperación de los vecinos, quienes a gritos pedían auxilio. Mientras los asesinos escaparon en dirección al mercado San Pedro de Bellavista, la policía llegaba a la escena del crimen. Allí encontraron los cuerpos ensangrentados de los menores, quienes ya habían sido reconocidos por sus familiares. Uno de ellos murió en el lugar, mientras que el otro falleció en el Hospital Daniel Alcides Carrión.
Este doble homicidio se suma a una preocupante ola de violencia en el país, donde en lo que va del año han sido asesinados 18 menores a nivel nacional, según datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef) del Ministerio de Salud, analizados por el ingeniero electrónico Juan Carbajal. Con los dos menores asesinados en Bellavista, el número total de víctimas asciende a 20.
En tanto, el año pasado se registraron 62 casos de asesinato de menores en todo el país. Lima, Callao y La Libertad acumularon más del 58% de los casos, con un total de 36 fallecidos.
Con este último doble crimen, el número de menores asesinados en el Callao es de cinco. Fuentes policiales de El Comercio señalan que la mayoría de estos crímenes estarían vinculados a ajustes de cuentas, ya que el 90% ocurrió en la vía pública del primer puerto y con múltiples disparos.
Además, también detallaron que lamentablemente hay una gran cantidad de jóvenes involucrados en crimen organizado y peleas entre bandas que ocasionan este tipo de desenlaces violentos entre otros menores, como el reciente hecho en Bellavista.
Las cifras también revelan un patrón alarmante: al menos ocho de las víctimas tenían 17 años, cinco tenían 16, dos apenas 14 y otras dos 15, entre otras edades registradas. En tanto, ocho de los hechos de sangre ocurrieron en la vía pública.
Según expertos consultados, las organizaciones criminales reclutan a menores de edad debido a su inimputabilidad, lo que les permite recuperar la libertad en un corto periodo, a diferencia de los adultos, quienes pueden enfrentar cadena perpetua. Además, señalaron que un factor común entre estos jóvenes es su crecimiento en entornos disfuncionales, donde la calle se convierte en una vía de escape y la criminalidad en un modelo a seguir.
El exjefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), Juan Carlos Liendo, explicó a El Comercio que el crimen organizado transnacional encuentra en las zonas más abandonadas y con menor presencia del Estado a menores de edad vulnerables para integrarlos a sus redes delictivas. Según indicó, este fenómeno no es nuevo, pues el sicariato infantil y juvenil ya está estructurado en países como México, y en Perú está siendo replicado a modo de franquicias.
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Para Liendo, la falta de una estrategia integral por parte del Estado peruano agrava la situación, ya que solo se aplican medidas aisladas sin un plan a largo plazo para enfrentar el crimen organizado. En este sentido, enfatizó que el Ministerio Público y el Poder Judicial no cuentan con la capacidad necesaria para administrar judicialmente este fenómeno debido a la fuerte influencia del crimen organizado.
Desde su perspectiva, la única solución efectiva sería la implementación de medidas excepcionales, como jueces sin rostro y la creación de centros de detención temporal para menores infractores, con el fin de apartarlos del entorno criminal.
“La estrategia implica un combate frontal contra el crimen trasnacional organizado en la dimensión política, económica, social y de las fuerzas de seguridad dentro del Consejo de Seguridad Nacional para organizar detenciones masivas con penas agravadas, juicios sumarios, jueces sin rostro y campos de detención temporales tipo prisioneros de guerra por un periodo de 6 a nueve meses, con la finalidad de crear un espacio de tranquilidad en la sociedad y al gobierno para que haya reformas estructurales en la policía y el Ministerio Público. Todo esto de acuerdo a la constitución, a las leyes de los regímenes de excepción”, precisó.
A diferencia de Liendo, el ministro del Interior y exjefe de la Región Policial Callao, Cluber Aliaga Lodtmann, rechazó la aplicación de medidas como detenciones masivas y jueces sin rostro, argumentando que representarían un retroceso para la sociedad. En su opinión, existen diversos sistemas pedagógicos para tratar a los menores infractores, pero estos no se implementan debido a la falta de capacidad y preparación de las autoridades.
Aliaga Lodtmann enfatizó que la delincuencia se encuentra focalizada en ciertas zonas y que el principal problema es la ausencia de programas estatales de prevención social dirigidos a niños, niñas y adolescentes provenientes de entornos disfuncionales o con antecedentes delictivos en la familia.
“La falta de programas formales e informales de apoyo es preocupante. En las zonas más peligrosas, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud, las municipalidades y los gobiernos regionales deben prestar especial atención para intervenir de manera efectiva”, señaló.
Indicó además que, aunque no toda la Provincia Constitucional del Callao está afectada por esta problemática, sí existen zonas específicas donde la criminalidad se concentra. En esos lugares, los niños y adolescentes, expuestos a ambientes de violencia, ven en los delincuentes del barrio un modelo a seguir y, en contraste, perciben a la autoridad como una figura sin legitimidad
Según explicó, la falta de presencia del Estado se refleja en múltiples factores, desde la escasez de docentes en las escuelas hasta la ausencia de atención psicológica y la carencia de oportunidades educativas.
En el caso del Callao, algunos niños inician actividades delictivas desde temprana edad. Aunque es un grupo reducido, muchos escalan rápidamente en la jerarquía criminal hasta convertirse en cabecillas o líderes de bandas. Estas disputas internas suelen desencadenar amenazas y asesinatos.
Por su parte, el general (r) Juan Carlos Sotil, exjefe de Investigación Criminal, recordó que, de acuerdo con la legislación peruana y tratados internacionales, los menores que cometen delitos son considerados “menores en conflicto con la ley penal”, por lo que no pueden ser juzgados como adultos ni enviados a un penal. En su lugar, se les aplican medidas socioeducativas con el objetivo de lograr su reinserción social.
Explicó que el crimen organizado ha utilizado a menores de edad como herramienta delictiva durante años, precisamente debido a la impunidad que les otorga la ley.
“Cuando un menor es sancionado con penas muy leves, el adulto aprovecha eso para utilizarlo y materializar un crimen porque sabe que si ese menor es detenido, no tendrá una pena muy extensa”, declaró el exjefe de Investigación Criminal.
Desde su punto de vista, un adolescente de 16 años tiene plena conciencia de sus actos y puede diferenciar entre el bien y el mal, por lo que debería ser juzgado como adulto a partir de esa edad. “Sabe que empuñar un arma de fuego es delito”, resaltó.
A pesar de ello, destacó la importancia de implementar un enfoque multisectorial que permita abordar la criminalidad juvenil desde la educación, la inclusión social y la creación de oportunidades para su desarrollo.
El doble asesinato de menores en Bellavista ha generado indignación y temor entre los vecinos del distrito, quienes denunciaron a El Comercio que se sienten totalmente inseguros. Según relataron, las balaceras en las calles son constantes, llegando a ocurrir hasta dos en un solo día. Además, señalaron que la presencia del serenazgo es mínima y la respuesta policial deficiente.
Uno de los principales problemas que señalaron es la falta de atención oportuna por parte del serenazgo. En ocasiones, las llamadas a la central no son atendidas, y cuando lo son, los móviles tardan demasiado en llegar. Asimismo, denunciaron que en el cruce de la Av. Faucett con Venezuela, la presencia de jaladores genera una sensación de inseguridad. También mencionaron que la Ciudad del Pescador y las zonas cercanas a la Municipalidad de Bellavista son puntos críticos con altos índices delictivos.
En respuesta, el alcalde Alex Callán aseguró que el patrullaje integrado opera en tres turnos diferentes durante el día y que se trabaja de la mano con la central de monitoreo de cámaras de seguridad del distrito. Sobre el incremento de delitos, señaló que ha coordinado con la Policía Nacional para intensificar los patrullajes y enfrentar la delincuencia.
“Hay una carencia de efectivos policiales. La inseguridad se ha desbordado por diversos factores y es un problema que sigue creciendo”, reconoció el alcalde.
Sin embargo, los vecinos exigen mayor diálogo con las autoridades locales para mejorar la convivencia en el distrito y fortalecer las estrategias de seguridad ante el aumento de la criminalidad.